viernes, 23 de abril de 2010

Crónica de un viaje al Mundial (Parte 8 y última.)

Una vez hechas las autopresentaciones de rigor, y de constatar que Patrick en un primer acto de hospitalidad portaba una camiseta verde con el escudo de México, nos llevaron a un tour por la Ciudad, que incluía el Fan Fest. Aquí lo diferente de los anteriores donde habíamos estado fué que era bastante más grande y que la pantalla gigante impresionaba por estar en medio del río Main o también conocido como Meno. Al atardecer se fusionaba la imagen del cielo con la del partido en turno, a esto agregarle una buena cheve germana: casi un sueño dorado del aficionado futbolero.
La pantalla gigante enmedio del río Main
Ahí cerca también Patrick & Nadine nos llevaron a una muy agradable terraza sobre el río, donde tuvimos oportunidad de probar el Ebbelwei ó Äppler un vino de manzana típico de Frankfurt, además de las cervezas que un oriundo conocedor sabe como las mejores. Ahí nos ilustraron acerca de Mainattan, como es apodado Frankfurt am Main, ya que existe otro Frankfurt más al este de Alemania, cerca de la frontera con Polonia. (Frankfurt an der Oder). Lo de Mainhattan es en analogía con Manhattan, EU, por aquello de que es considerado el centro financiero de Europa y por tener los edificios más altos de Alemania.

Al día siguiente, por recomendación del mismo Patrick, recorrimos 30 kms. en tren a conocer Wiesbaden que es la capital del estado de Hesse. En Wiesbaden al momento que pasaba un camión
turístico con anuncio de la cerveza mexicana
.
En la tarde quedamos de vernos en el centro de Frankfurt con Patrick para un paseo por la ribera del Rhin. Ahí pudimos apreciar un precioso paisaje con Castillos medioevales.
En el trayecto sucedió que de los 5 ocupantes los únicos que no traían puesto el cinturón de seguridad eran la Parca y el Coyo, que venían en el asiento trasero muy quitados de la pena junto con Chavito quien era el único pasajero del asiento trasero que venía con el cinturón ajustado y viendo como la velocidad sin sentirse se elevaba a niveles nunca experimentados por nuestra tierra. En un momento determinado, Patrick les dijo: - Miren mis amigos, a esta velocidad a la que vamos (240 kms. Por hora) con cualquier frenón, van a salir proyectados por el parabrisas, me lo van a romper….. y no me lo van a pagar! …
Inmediatamente el parecito que cabeceaba en medio de un sopor que suele darles en todo tipo de transporte, suspendió por un momento su siesta y se ajustaron el cinturón.
Mas adelante, llegamos a un pequeño pueblito de ensueño, llamado Rüdesheim con estrechas calles adoquinadas, donde la especialidad son las artesanías especialmente de madera, ahí nos surtimos de souvenirs desde llaveros hasta relojes cucús.

En las estrechas calles de Rüdesheim


Otro de los momentos mas emotivos del viaje fue la cena que nos ofreció nuestro ya para entonces gran cuate Patrick, ya que nos invitó a su casa a una memorable velada.
Ahí, prácticamente ‘ya no hallaba que mas darnos’, de entrada al abrir la puerta, nos llega de lleno el olor de unos deliciosos pretzels (también típicos de la región) que Nadine cocinó especialmente para nosotros. Había también una gran variedad de quesos, embutidos, especias y mostazas envasadas en tubo que el Coyo ponderó de un hilo y le fueron obsequiadas de inmediato.
A media cena, Patrick desempacó de una caja de madera una botella de Tequila ‘Reserva de la Familia’ y acto seguido sacó de un closet una guitarra de 5 cuerdas que sorprendentemente estaba afinada y que gracias a que era la 6ª. la faltante, el Coyo se las ingenió para tocar y entonar unas cuantas canciones.

No faltó la ya clásica ‘Don Baldomero’ interpretado en forma por demás sentida por un servidor. Nuestros anfitriones se mostraban un poco nerviosos por si la música subía de volumen y tomaba proporciones de noche bohemia, pero en consideración a ellos, no nos alargamos más que lo suficiente para salir de ahí totalmente convencidos que si bien la Copa del Mundo fue un evento que sensibilizó al pueblo alemán para mostrar al mundo la mejor cara posible, hay cosas que no pueden cambiar de la noche a la mañana y de la imagen de un país con gente mas bien dura, fría y un tanto indiferente que esperábamos, como una muy agradable sorpresa pudimos constatar que fue todo lo contrario: un país progresista, en el que se fusiona la historia con el modernismo, ordenado y su gente sumamente cálida y amable. Aún sin el incentivo del ambiente mundialista es un país donde quedamos con muchas ganas de regresar.

En estas tres semanas en las que el tiempo voló, que hubo de todo, que nos fogueó un poco mas en relación a los viajes, que tuvo momentos de gran diversión, su momento de angustia pero que en términos generales todo salió de maravilla y que nos dejó la importante enseñanza que la tolerancia y la buena disposición es básica para el éxito de un viaje como este. Dice el dicho que ‘Vive con Inés un mes y sabrás como es’. Aquí no necesitamos un mes para ‘acabar’ de conocernos. A veces un viaje así en que se convive 24 horas durante 17 días pone a prueba las amistades. La prueba fue superada y la amistad se vió fortalecida gracias a este viaje inolvidable.
F I N

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