miércoles, 25 de noviembre de 2009

CRONICA DE UN VIAJE AL MUNDIAL (Parte 7)

Ya sabiendo que México había calificado a la siguiente ronda nos enfilamos a Leipzig para el México-Argentina. Teníamos una tenue esperanza de conseguir boletos para ese partido ya que el Chavito se había colocado ‘en la fila’ pagando el importe de los tickets para poder aspirar en lista de espera para este partido.
En el tren venía un buen número de argentinos que a pesar de lo que se piensa de ellos por estos lares en cuanto a sus aires de superioridad, no iban precisamente confiados, sino mas bien con cierto respeto porque México no había sido propiamente ningún flan en las recientes confrontaciones y con el agravante que nuestro técnico (Lavolpe) aunque formado como tal en México, conocía muy bien como juegan sus paisanos.

Con los argentinos en el tren

Al llegar a la terminal del tren nos encontramos que una vez más la capacidad de la zona para guarda de equipajes fue ampliamente rebasada, pero aquí la gente de la terminal reaccionó con rapidez y habilitó una amplia zona acordonada e implementó un eficaz sistema de fichas con lo que solucionaron la sobredemanda.
El plan era que al finalizar el partido partir en un tren nocturno para amanecer en Frankfurt, fuera cual fuera el resultado. Todavía no teníamos reservación así que nos enfilamos hacia la cafetería donde a un lado estaba la zona de computadoras con la idea de hacer la reservación de Hotel y aprovechar para comer algo. El Chavito fue el encargado de esta tarea y el resto nos pertrechamos en una agradable barra, donde al calor de unas cheves no tardamos en entablar ambiente con unos parroquianos.
El detalle era que las PC’s eran de monedas y por tiempo, y en un momento determinado, el Chavito sudaba copiosamente peleándose con la máquina y viendo como se agotaban las monedas y teniendo detrás de sí una turba impaciente que esperaba con ansias ocupar su lugar. Casi una hora después no sin haber pasado por momentos de gran desesperación, el Chavito logró conseguir mas monedas prestadas y lograr la reservación satisfactoriamente.
En esa misma estación el Coyo prácticamente se miró en un espejo al encontrarse a un paisano con máscara de Salinas y con camiseta de Chivas. Fue unánime la apreciación de cuanto mexicano que lo veía. Varios querían tomarse fotos con él, pero muchos se enfriaron cuando acicateado por la disminución de reservas monetarias intentó cobrarles un par de euros por foto. Si insistían en la foto pero gratis, entonces se ponía una máscara de luchador.


El Coyo y su doble

Unas 2 horas antes del partido nos enfilamos al estadio. Previamente verificamos en el área de boletos que no tuvimos entradas asignadas, cosa que ya nos temíamos ya que la afluencia de gente con las mismas intenciones era de casi el doble de la capacidad del estadio. Al salir nos encontramos a Juan Pablo Romero, un comentarista tapatío de Televisa. Resultó haber sido compañero de la Parquita en la secundaria y tras soltarle sin ambages el apodo como era conocido en ese entonces (solamente la Parca lo sigue recordando) y un fuerte abrazo, le preguntó si sabía quien podría vender boletos. Respondió que sí y nos señaló a un gordo con facha de guarura que después de hacernos esperar un rato, nos ofreció un abanico de tickets en 1,000 euros cada uno ! Eso si de la zona VIP donde en lugar preferencial antes, durante y después del partido le llenan el tanque de comida y bebida a esos privilegiados. Muy cerca de ahí, hay otro estadio de usos múltiples donde se practican deportes bajo techo como basquet y voleybol. Ahí es donde comenzó el tráfico de boletos en grande. Así fue como nos enteramos que había quienes traían un burdo cartón que decía WANTED TICKETS y que no querían comprar, pero era una forma de disfrazar la reventa y que la gente los identificara. Debido a la fuerte demanda, los precios andaban de 5 a 6 veces su valor, los más baratos en una localidad decente en 400 euros. En el inter tuvimos oportunidad de ver a un cuate tripulando una gigantesca bicicleta desarmable, que aprovechando la expectación que causaba, pasaba el sombrero para sobrevivir el viaje. Si Chavito y el Coyo se tomaron la foto con Inés Saínz, yo tuve la oportunidad de tomarme otra para no quedarme atrás pero con María Inés otra atractiva conductora de TV AZTECA.

El 'Coyote' se topó nuevamente con los chapulines colorados y no perdió la oportunidad de festejar con ellos.













Con María Inés de TV Azteca

El Coyo hizo migas con unos empresarios tequileros que traían gran wonderful y le convidaron un shoot de Tequila de buena marca.
Finalmente el Chavito y yo en el preciso momento cuando nos decidimos a entrarle a unos de 400 euros que fue lo mas ‘barato’ que pudimos conseguir, la chava mexicana que nos los ofreció, se nos perdió de vista. Nos entró la desesperación y optamos por pelarnos rápidamente a las pantallas del Fan Fest. Como también estaba lleno a reventar nos acomodamos como pudimos y así por ejemplo el Chavito lo vió junto a un argentino que iba con su familia, justo delante de nosotros. Fue un juego de muchísima tensión y el aire se respiraba espeso. Cuando cayó el fatídico gol en tiempos extras de Maxi Rodríguez, el vecino argentino deportivamente reconoció que fue durísimo partido y que temió lo peor y tras recibir un pin con motivos mexicanos de parte del Chavito, amistosamente se despidió conmovido con abrazo y fraternal beso. En el camino de regreso se podía percibir la tristeza de los mexicanos y hubo muestras de condolencia de parte de los alemanes. En el camión de regreso, un alemán le preguntó al Chavo por sus pines que traía prendidos en una cachucha. Éste le dijo que si no tenía algún souvenir para intercambiar a lo que este respondió que no. Chavo de todas maneras le regaló un pin y el alemán en correspondencia prácticamente lo obligó a aceptar una cajetilla de Marlboro rojos, mismos que paseó intactos, ya que ninguno fumamos.

Tuvimos muchas muestras de la hospitalidad germana, pero definitivamente la mejor y que fue el cerrojazo de oro del viaje, fue el haber conocido a Patrick Haupt y señora.

Previamente desde GDL me dí a la tarea de cultivar vía mail esta relación. Resulta que Patrick es sobrino del patrón de uno de mis hermanos. Patrick ya había visitado Guadalajara algunas veces por invitación de su tío, y mi hermano había hecho las veces de anfitrión llevándolos a conocer prácticamente todo lo que todo turista debe conocer en nuestra Perla de Occidente y sus alrededores. Amén de fiestas de las que lo llevaban prácticamente sin dormir directo al avión de regreso a Frankfurt después de haberse metido cualquier cantidad de Tequila entre pecho y espalda.
Al aterrizar en Alemania tenían que tomarle el pulso y verificar que todavía respiraba.
Eso fue en calidad de soltero, pero ahora nos encontramos con un Patrick recién casado, su señora con 6 meses de embarazo y ya muy asentado.
Había investigado de sus preferencias y le llevaba un paquete de 20 cajetillas de Marlboro Rojos, sólo que ‘misteriosamente’ le llegaron 19. (sospechamos que se me cayó y alguien ‘barrió’ con una escoba esa faltante). Resultó que el buen Patrick en consideración al embarazo de su mujer y pensando ya en la inminente llegada de su primogénito, había dejado de fumar. De cualquier manera el detalle fue tomado en cuenta.

Estábamos hospedados en Frankfurt en un pequeño hotel exactamente a un lado del ‘Museo del Cuero’, (o de la piel) mismo que no hubo tiempo de visitar. Rentamos ahí una espaciosa habitación tipo suite de varias recámaras. Una vez instalados bajamos a desayunar y le pedimos a un individuo de ‘maneras delicadas’ que portaba unos diminutos ‘hot pants’ (tuvimos a bien bautizarlo como ‘el apretadito’) que nos dejara hacer la llamada para hacer contacto con el hasta entonces desconocido Patrick.
Éste apuntó el domicilio, lo programó en el GPS de su guayín BMW y antes de media hora ya estaba por nosotros en compañía de su señora de nombre Nadine. Era domingo, así que tenían todo el día para nosotros. .
En el paseo por el Río Main en Frankfurt

Continuará….

viernes, 5 de junio de 2009

Rosenberg Trio - For Sephora

Este es un extraordinario trío holandés que como grupo tiene ya 20 años de pisar escenarios, pero que han tocado desde niños. Vean que tal se desempeña en la guitarra Stochelo Rosenberg.

jueves, 4 de junio de 2009

CRONICA DE UN VIAJE AL MUNDIAL (Parte 6)

De Gelsen nos desplazamos hacia Berlin como siempre en tren. Dentro de la planeación del viaje resultó que la ciudad donde nos costó mas trabajo encontrar alojamiento que reuniera las 3B (bueno, bonito y barato) fue Berlín.

Dentro de la cadena ETAP encontramos uno en ‘Branderburg Park’ y que nosotros todo el tiempo pensamos que se ubicaba cerca de la puerta de Branderburgo. (El Branderburg Park resultó ser un parque industrial, algo así -debidas proporciones- como ir en GDL de la estación de tren de Av. Washington a El Salto.)

Llegamos a la estación del tren. Siendo esta mi especialidad, inmediatamente de mi dichosa maletita tinto consulté mi voluminoso archivo de mapas y desdoblé el correspondiente a esa Ciudad. Cual va siendo mi sorpresa que no apareció la dirección en mi mapa, consultamos en un tablero el mapa de la estación y tampoco. Pregunté a la gente de atención al público en mi mejor ‘gohetiano’ alemán sin resultado alguno. Entonces discurrimos conseguir un mapa más completo y mostrarlo a un amable policía. Al extender el mapa resultó gigantesco (de tal manera que hubiéramos necesitado una mesa rectangular para unas 12 personas para que hubiera cabido) y casi en las orillas por fin localizamos la dirección. Hasta ahí todo bien. El problema residía en que nadie parecía saber como llegar hasta ahí. De manera que nos mandaron ‘a rumbo’ sin saber exactamente donde bajarnos ni para donde ‘jalar’. Después de un larguísimo trayecto, nos bajamos en una remota estación. Ahí interrogué a una señora en alemán, misma que no entendió. Luego en inglés y menos. Nos alejamos lentamente buscando algún otro guía en la casi desierta estación y al escucharnos hablar entre nosotros de repente se regresa y nos dice: -¿Hablan español?... ¡Haberlo dicho antes!... le mostramos la dirección y nos dijo: No sé, pero dejénme preguntar… El tren estaba a punto de arrancar y ella corrió hasta emparejarse con la cabina del maquinista. No sabemos en que idioma le preguntó, pero nos trajo las señas de para dónde había que continuar. Nos volvimos a subir al mismo tren, recorrimos un par de estaciones, nos bajamos, salimos de la estación, cruzamos una calle y en la estación del frente abordamos otro tren en un vagón de 2 pisos. Todavía con cierta inquietud observamos a una pareja que coincidentemente bajó en la misma estación que nos indicaron. Ella: alta, rubia, con un bonito y ajustado vestido negro, con mucho porte y el estilo que nos había maravillado de las mujeres de Praga. Él: con la apariencia de empresario exitoso vistiendo una playera negra de marca. Al bajar le preguntamos estirándole el papelito con la dirección. Movió la cabeza diciéndonos en Inglés: -Va a estar difícil que lleguen ahí, mejor acompáñenme a mi auto y los llevo. Caminamos hasta un improvisado estacionamiento de piso de tierra, donde los esperaban un par de Mercedes negros de modelo reciente. Le ayudamos a pasar su bolsa de palos de golf de una SUV a la cajuela del otro (uno de los grandes). Previo beso despachó a su guapa señora, trepamos las maletas y abordamos la SUV sintiendo como quien es rescatado en un yate de una isla desierta. Todavía de ahí recorrimos unos 20 minutos por una serpenteante carretera y pasamos por lo que parecía un pueblito hasta llegar a una zona industrial donde se ubicaba el intrincado hotel. Este servicio por sí solo hubiera sido suficiente para que la Parquita olvidara por un momento su parquedad y se deshiciera en agradecimientos, un servidor le diera una palmada en el hombro, el Chavito le diera un abrazo y el Coyote todo eso junto y de ribete hasta un fraternal beso, pero eso no fue todo. Se detuvo en la puerta del hotel y con la camioneta en marcha esperó pacientemente hasta que reparó en que peleábamos con la máquina-cajero que hace las veces de recepcionista en el hotel (la verdad es que la tensión del viaje obnubiló nuestras mentes y nomás no dábamos pie con bola.) Entonces decidió apagar el motor, bajar y personalmente a ayudarnos a hacer el check-in. Hasta que nos vió asomarnos por la ventana de la habitación fue cuando cerró con broche de oro su buena obra del día: -¿Ya saben dónde van a cenar? La pregunta fue muy obvia y el hambre era mayor. Fué entonces cuando nos recomendó un restaurant italiano que habíamos ubicado en la pasada por el pueblito y gritó a manera de despedida: -digan que los
manda Frank.

Aquí con nuestro benefactor Frank en las afueras del Hotel Etap Branderburg Park A esas alturas las tripas gruñían más fuerte que la suegra de la Parquita, de manera que inmediatamente pedimos un taxi para comer-cenar en ese recomendado lugar. Ahí lo primero que hicimos fue ordenar unas cheves gigantes color tejuino y espesas, d’esas que ya habíamos probado en el traslado del tren a Hannover, que un alemán nos había advertido: Con dos dé’stas tienen pa’ ponerse agustito… el Coyo en esa ocasión nomás se zampó siete!. Luego pedimos una botella de Vino Blanco (alemán, por supuesto) para acompañar la cena.









Cuando le mencionamos al mesero (un italiano que prácticamente nomás hablaba su idioma natal) que nos enviaba Frank, esperábamos que iba a correr a traernos cuando menos ya sea los aperitivos o los digestivos de la casa, (un Sambucca o licor de Galiano, por ejemplo) pero en lugar d’eso, movió la cabeza no recordando conocerlo. Luego le hicimos referencia a su señora (la guapa rubia Checa) sin resultados.
Mas tarde, a media comida apareció de nuevo y al parecer (como buen italiano) la señora fue la que le hizo recordar a nuestro benefactor Frank e hizo mucha alharaca. Por cierto ahí nos confirmaron que era originaria de la Rep. Checa, (no podía ser de otro lugar). Hasta pedir la cuenta no se había mostrado ninguna señal de la influencia de nuestro nuevo amigo, a no ser por el trato cordial.
Las cheves espesas y turbias como tejuino.
De repente nos preguntó: -¿Para dónde van?
-Vamos para una estación que nos pueda llevar a la Puerta de Branderburgo. (la auténtica)
-Si me esperan un momento, el cocinero ya está por irse, les puede dar un aventón. Aquí está su auto, en la parte de atrás.
Salimos a esperarlo, como nos indicó. Cuál sería nuestra sorpresa que estaba un flamante Alfa Romeo (como diría un comentarista local:-sin una patinada de mosca) y portando una bandera italiana en la ventanilla.

Inmediatamente desenfundé la cámara y dije: -d’esto no ‘ai diario, ya imaginándonos a bordo de ese auto.
En eso, unos 5 minutos después sale el cocinero todavía secándose las manos. Cuando nos dirigimos a pararnos frente a las portezuelas del auto, nos dice:
-Ese no es mi auto, es el del patrón. El mío está aquí a la vueltita.







El Alfa Romeo en el que pensamos nos daban el 'raid'


Era otro Alfa Romeo, solo que unos 20 años más viejo. Me hizo recordar a los primeros caribes, con huellas de golpes mal empastados y algo sonadón, pero eso sí, la máquina todavía corría y bien, como se encargó involuntariamente de demostrarnos durante el camino. Nos mostró la foto de su señora al tiempo que, hablaba por teléfono con ella, volteaba a hacer comentarios a los de atrás, con el estéreo a todo volumen y a toda velocidad incluso en las curvas. Pero como a caballo dado no se le mira el diente, y menos en nuestras circunstancias, agradecimos a llegar (sanos y salvos) a nuestro destino con otros souvenirs a nuestro más reciente benefactor.


En el histórico Checkpoint Charlie








Paseando cerca de la puerta de Branderburgo tuvimos la oportunidad de ver de cerca una réplica de la copa del mundo en un gigantesco balón que montó la FIFA en una plaza. También nos cruzamos y saludamos ondeando la mano al mismísimo 'Tigrillo' Emilio Azcárraga quien en bermudas y como un turista más sin guarura alguno a la vista paseaba despreocupadamente.
Fuimos además a la zona donde antes se encontraba el célebre Muro y entramos a un museo que ilustraba toda esa historia.

Continuará…

martes, 10 de marzo de 2009

Manhattan Transfer Birdland

Excelente versión de este clásico del jazz.
Una de las vocalistas me recuerda a alguien conocido...

viernes, 2 de enero de 2009

CRONICA DE UN VIAJE AL MUNDIAL (Parte 5)

Paris, o la, la ¡¡ pues que les puedo decir de París?, fuimos a los museos y destinos de rigor y creo que fue una buena estancia, incluyendo las anécdotas de los “chaparros exitosos” (por cierto, compramos un par de tarjetas de teléfono que por más que intentamos no fue posible llegarles ni a la mitad del consumo) y del hecho que tuve que lavar propio y ajeno para sacar adelante la carreta. (Con esa obsesión de limpieza que justificadamente me señalaban mis compañeros, aún trayendo la maleta monstruo llena de ropa que no alcancé a usar.) Fueron días de mucho caminar y de llegar rendidos a nuestro tercer piso.













Hicimos la visita de rigor al Museo de Louvre, (donde estrenamos las camisetas personalizadas de la mundialmente famosa Cerveza Per Cápita),




Otro día fuimos al impresionante Museo D’Orsay en un lugar que anteriormente fue una enorme estación de tren, ahí el Coyo salió maravillado de observar a milimétros de distancia los óleos de su ídolo Van Gogh.

También pudimos comprobar que las apariencias engañan cuando en una banca de aspecto incómodo por lo recto de las formas, el Coyo, Chavito y una japonesa en posición casi de yoga se aventaron una pequeña siesta para recobrar fuerzas y seguir recorriendo las interesantes salas.
Cómo olvidar a los bailarines de break dance callejeros con los que insistí en tomarme una foto. No contaba con que habían sudado copiosamente y durante el resto del día traje la sensación de portar un raro perfume corporal.


También a los patinadores callejeros y su imitador virtual.
La búsqueda del centro del mundo en las afueras de Notre Dame, el altar a la Virgen de Guadalupe y la excelente comida en un restaurant de Montpellier, dónde la parquita fue expulsado en calidad de indigente.


El baile en la estación del metro. La visita a la torre Eiffel. El Cow Parade en La Defense y el baño de pies del Coyo….

Finalmente hubo que madrugar y tomar un tren rumbo a Gelsenkirchen para ver a Mexico-Portugal. México llegaba como favorito sentimental porque ya para entonces los alemanes y alemanas (me persigue otra vez el fantasma de Fox) habían asimilado a los verdes como su segundo equipo más que por el equipo en si, por la simpatía hacia los 50 mil mexicanos que pululábamos festivamente por Europa.
Esta región de Alemania es la más poblada y se forma por la unión de varios centros urbanos como GelsenKirchen, Essen, Dortmund, etc. Anteriormente zona minera ahora tratan de hacerla un pulmón verde y la verdad que es agradable, aquí llegamos al Hotel Schmidt, propiedad de un matrimonio, bastante pequeño pero confortable.





De nuestra estancia aquí resaltaría yo la noche con nuestros amigos japoneses, quienes fieles a la fama que tienen cuando viajan, documentaban de todas las formas posibles su viaje, tomando fotos, video y hasta hubo que anotarles en un cuaderno hasta la letra de ‘Cielito Lindo’; conocer un moderno estadio que tiene entre sus maravillas que la cancha puede sacarse del estadio para asolearla y para presentar en ella todo tipo de espectáculos, ver al “coyo” y a la “parka” vendiendo horas de esfuerzo del “chavito”,
nuestra amiga taxista que creo que no hablaba ni inglés, ni español NI ALEMAN, La playa en el centro de la plaza en Essen, la visita al Bar en un centro comercial cercano, donde la gente se peleaba por dejarnos el lugar cerca de la pantalla de TV, y donde el Coyo y un servidor nos birlamos unos gorros con la complicidad del mesero y donde el Coyo tuvo oportunidad de aplicar el truco de la ceniza.

Continuará….