Corrimos de aquí para allá hasta encontrar la forma de desplazarnos en tren desde ahí hasta Nuremberg a donde llegamos en la madrugada solo para comprobar lo que pueden generarle a mexicanos y a mexicanas (¿soné muy Fox?) por igual, varios factores: estar lejos de la patria; echarse unos alcoholes de más y ver ganar a la verde. Las fotos hablan por sí solas.
Estas mexicanas de plano ya estaban en la inconsciencia total y dormían plácidamente en el suelo de la estación de trenes de Nuremberg, después de haber 'festejado' a lo grande el triunfo de los verdes contra Irán. (Una de ellas estaba orinada)
Vale la pena mencionar en este punto a nuestro primer amigo alemán, el buen “BOLA” trailero con quien compartimos la cabina del tren, intercambiamos bebidas y entregamos los primeros recuerditos mexicanos. Aunque también tuvimos un encuentro con el orden y la eficiencia alemana cuando el inspector de boletos nos obligó a pagar la ‘reservación’ a pesar de que el tren no venía lleno y de nuestro flamante eurailpass.
Aquí 'Bola' le empina un trago a una 'pachita' de Tequila...
En correspondencia, 'Bola' corrió al carro bar y todo lo que encontró fueron unas botellas de vino blanco, a las que 'tuvimos' (pistola en la sien) que hacerles los honores.
Otro punto relevante de este momento del viaje fue la recepción en el Hotel Etap de Nuremberg, resulta que gracias a nuestros amigos de A A, (no confundir con doble A) un viaje que debió haber comenzado en esa ciudad a las 11 de la mañana, inició a las 2 de la mañana del día siguiente, entonces llegamos al hotel de madrugada. Ahí nos encontramos otra sorpresa: No hay personal que te reciba, sino que todo el registro hubo que hacerlo en una especie de cajero automático, donde después de insertar la tarjeta con la cual reservé, hubo que anotar el número de reservación, obtener dos números confidenciales y con esos números acceder a nuestras habitaciones, tema complejo para unos principiantes pero prueba superada. De ese día sólo me resta decir que cuando nos fuimos a acostar nos dió los buenos días el señor Sol.
Al día siguiente, nos levantamos todavía algo sonados y en el puro límite antes de que cerraran el comedor del hotel, (el desayuno estaba incluído), también andábamos ligeramente crudelios, ya que durante el largo viaje hicimos varios cruces mortales: ron-tequila-vino blanco-cerveza.
El programa del día contemplaba una visita al lugar donde Hitler pronunciaba sus incendiarios discursos a las fuerzas armadas nazis y al impresionante museo de la GESTAPO. Y de pasada ahí muy cerca, recoger los boletos del juego México-Portugal.
Una vez concluído este tour, nos dirigimos al fan fest en la mera plaza del centro de la ciudad.
Aquí fué dónde “el Coyote Spink” estrenó la posteriormente famosa frase de “!! Hey mecsicans, nomeen’ai plis ¡¡ “ hasta que un hooligan inglés bastante alcoholizado hizo caso omiso de las recomendaciones del buen Coyo y en sus propias ‘narices’, cruzó la calle haciendo eses y dibujando una serpenteante línea húmeda en el adoquín de la calle, de nada valió que el Coyo indignado fué con el chisme a un ‘polizei’.
Después pudimos comprobar que aunque los ‘polis’ teutones son de lo más estricto y eficiente, había línea de que tuvieran cierta flexibilidad con los ‘mundialistas’.
Aquí fué dónde “el Coyote Spink” estrenó la posteriormente famosa frase de “!! Hey mecsicans, nomeen’ai plis ¡¡ “ hasta que un hooligan inglés bastante alcoholizado hizo caso omiso de las recomendaciones del buen Coyo y en sus propias ‘narices’, cruzó la calle haciendo eses y dibujando una serpenteante línea húmeda en el adoquín de la calle, de nada valió que el Coyo indignado fué con el chisme a un ‘polizei’.
Después pudimos comprobar que aunque los ‘polis’ teutones son de lo más estricto y eficiente, había línea de que tuvieran cierta flexibilidad con los ‘mundialistas’.
Así estaba el ambiente en el Fan Fest en Nuremberg, también nos dimos tiempo para visitar un Castillo.
También en Nuremberg “la parkita” nos dio una pequeña probadita de la sopa que nos recetaría durante todo el viaje: se metió a un supermercado, dedicó más de una hora a buscar una botella del vino más barato posible y salió muy orondo sólo para comprobar (le habíamos advertido) que no se podía entrar al fan-fest con bebidas ni comida. Genio y Figura hasta…….
Al día siguiente salimos temprano rumbo a Praha en un tren que a pesar de ser viejón era cómodo y el camino resultó con paisajes interesantes. De este recorrido no tengo fotos, (ahí te encargo Chavito) pero indudablemente recuerdo a nuestras amigas checas (que más bien parecían gitanas) incluso una de ellas muy cordial y amable (pero apestosa por cierto) nos guió hasta nuestro departamento después de decirnos en un raquítico castellano que fue novia de Alberto Juantorena (algunos años y supusimos bastantes kilos antes).
Praha es una pequeña ciudad (comparada con las grandes, de Europa) en la que nos quedamos con ganas de haber permanecido más días, la amplia plaza en la que se reunía la gente a ver el futbol es realmente hermosa, el puente Carlos V con su corredor de artistas y artesanos, el Río Moldava, los castillos, el departamento que rentamos, bueno hasta el metro me impresionó por lo profundo que es en algunas estaciones para poder pasar debajo del río.
De nuestra estancia en Praga hay muchas cosas por contar y también algunas pocas por barrer con ‘la escoba’ del olvido, recuerdo al africano rociando spray en la cara de los hooligans británicos, al ecuatoriano con sombrero y una bandera de capa que ayudamos a bajar (con la presión del público) de arriba de una patrulla por estar tocando su tambor, como olvidar a los parias a los cuales el coyo en un arranque de idealismo quisiera emular temporalmente, la caminata por el puente, la casa de Franz Kafka, Los partidos que vimos en compañía de una pareja brasileña en la Plaza, Lucía nuestra atractiva y amable cocinera, (aunque ella admitía que ante la belleza de las oriundas no tenía nada que hacer). El bar frecuentado por checos que nos recomendó y donde el Coyo y un servidor bailamos al estilo europeo y bebimos unas coronas.
Otra de las cosas que hicieron especial nuestra estancia ahí, fue que allá vive Carlita la sobrina del Coyo, quien en compañía de su novio checo Philip fungieron de guías en varias salidas. Una de ellas, me la perdí en parte porque me dio un ataque de cansancio (en mi tierra se llama de otra manera) y por mi empeño en la labor de lavar ajeno y propio. (una obsesión difícil de curar), pero mis compañeros de viaje me platicaron sumamente entusiasmados que fueron al legendario Castillo de Praga y sus alrededores; a tomar un par de deliciosas cervezas a un bar típico de checos, y a comer en un restaurant también típico de comida checa dónde Philip los asesoró acerca de que pedir. Bueno, bonito y barato. Salieron de ahí diciendo Nasdrabi (Salud! En checo) que fue una de las pocas palabras (y como no) que aprendimos de ese difícil idioma.
Al día siguiente salimos temprano rumbo a Praha en un tren que a pesar de ser viejón era cómodo y el camino resultó con paisajes interesantes. De este recorrido no tengo fotos, (ahí te encargo Chavito) pero indudablemente recuerdo a nuestras amigas checas (que más bien parecían gitanas) incluso una de ellas muy cordial y amable (pero apestosa por cierto) nos guió hasta nuestro departamento después de decirnos en un raquítico castellano que fue novia de Alberto Juantorena (algunos años y supusimos bastantes kilos antes).
Praha es una pequeña ciudad (comparada con las grandes, de Europa) en la que nos quedamos con ganas de haber permanecido más días, la amplia plaza en la que se reunía la gente a ver el futbol es realmente hermosa, el puente Carlos V con su corredor de artistas y artesanos, el Río Moldava, los castillos, el departamento que rentamos, bueno hasta el metro me impresionó por lo profundo que es en algunas estaciones para poder pasar debajo del río.
De nuestra estancia en Praga hay muchas cosas por contar y también algunas pocas por barrer con ‘la escoba’ del olvido, recuerdo al africano rociando spray en la cara de los hooligans británicos, al ecuatoriano con sombrero y una bandera de capa que ayudamos a bajar (con la presión del público) de arriba de una patrulla por estar tocando su tambor, como olvidar a los parias a los cuales el coyo en un arranque de idealismo quisiera emular temporalmente, la caminata por el puente, la casa de Franz Kafka, Los partidos que vimos en compañía de una pareja brasileña en la Plaza, Lucía nuestra atractiva y amable cocinera, (aunque ella admitía que ante la belleza de las oriundas no tenía nada que hacer). El bar frecuentado por checos que nos recomendó y donde el Coyo y un servidor bailamos al estilo europeo y bebimos unas coronas.
Otra de las cosas que hicieron especial nuestra estancia ahí, fue que allá vive Carlita la sobrina del Coyo, quien en compañía de su novio checo Philip fungieron de guías en varias salidas. Una de ellas, me la perdí en parte porque me dio un ataque de cansancio (en mi tierra se llama de otra manera) y por mi empeño en la labor de lavar ajeno y propio. (una obsesión difícil de curar), pero mis compañeros de viaje me platicaron sumamente entusiasmados que fueron al legendario Castillo de Praga y sus alrededores; a tomar un par de deliciosas cervezas a un bar típico de checos, y a comer en un restaurant también típico de comida checa dónde Philip los asesoró acerca de que pedir. Bueno, bonito y barato. Salieron de ahí diciendo Nasdrabi (Salud! En checo) que fue una de las pocas palabras (y como no) que aprendimos de ese difícil idioma.
y una pareja brasileña. A la derecha, caminábamos por una amplia avenida cuando escuchamos una voz conocida: el doctor Cándido Pérez que hablaba por celular. Esperamos a que terminara su conferencia y amablemente accedió a tomarse esta foto con nosotros.
(centro) Philip & Carlita amablemente nos acompañaron al impresionante Castillo de Praga y sus alrededores.
(izq) el ecuatoriano que sonaba su tambor y que iba a ser arrestado por la policía checa y que los gritos del público evitamos a cambio de que dejara de tamborear.
(abajo centro) un grupo de jazz tocando en el puente y (derecha) el bar frecuentado por lugareños donde saboreamos deliciosas cervezas especialidad de la casa.
El viaje fue bastante agitado, siempre había que andar de prisa y salir temprano a tomar los trenes y Praga no fue la excepción corrimos, encontramos un taxi y finalmente salimos en tren de Praga a Hannover. Los trayectos en tren, por otro lado también implicaron ir aprendiendo cada día sobre las características y rapidez de la variedad de trenes europeos, escuchar lo que otros iban a hacer para luego hacer lo mismo, sobre todo aprender de los chavos que viajaban por su cuenta. Precisamente en este trayecto hicimos algunas escalas que ya ni me acuerdo...
(Continuará)
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